ANACONDA

Calificación: Sin calificación
Disponibilidad:fuera de stock 0 artículo(s)
ISBN:978-84-15009-08-5
17,90 €
Páginas: 128
Dimensiones: 24 x 31 cm
A color: No
Rústica: No

Descripción

Hay destinos, como el de Horacio Quiroga, que parecen parodias de otros, más sobriamente heroicos o dramáticos. Heredero del modernismo gótico de Poe y Baudelaire, Quiroga pudo ser mejor que sus maestros, y sin duda en ciertos textos lo fue. Anaconda, la gran serpiente de la selva misionera, obedece leyes, por cierto, pero son las del mundo animal, no humano. Los congresos de serpientes, las relaciones jerárquicas entre flamingos y tigres, gavilanes y hormigas, fieras salvajes y animales domesticados, todo habla de una trama a la que el ser humano es ajeno, a menos de convertirse en presa. Y luego está la invención de un escenario único, de esa Misiones argentina donde Quiroga se instala como colono en 1910 y cuya mitología describe como ningún otro, viendo lo que el crítico Ángel Flores llamó la verdadera tierra y sus hombres, detrás de las apariencias.

Autor

Horacio Quiroga. Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937. El uruguayo fue uno de los cuentistas más populares de la lengua española a principios del siglo XX. Su capacidad fabuladora lo convirtió en un precursor de Julio Cortázar. Influido por Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant, Horacio Quiroga destiló una notoria precisión de estilo, que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Su vida real fue tan trepidante, y en ocasiones tan fantástica, como sus narraciones. Sus aventuras –más bien desventuras- comenzaron cuando tenía dos meses de edad, con el suicidio de su padre. A pesar de las desgracias, Quiroga nunca perdió la capacidad de soñar. Combinaba el ímpetu del romanticismo con el sentido aventurero de los poetas malditos, y cuando llegó a la mayoría de edad, emprendió un viaje a París, donde esperaba triunfar en la poesía como sus admirados Rimbaud y Verlaine. Como de costumbre, la suerte le fue adversa. Después de publicar Cuentos de la Selva, Horacio Quiroga continuó su azarosa vida hasta 1937. Conoció el éxito y el fracaso y regresó a Misiones. Ahí terminó de arruinarse y su familia lo abandonó. Finalmente se le diagnosticó cáncer de próstata, y ante la perspectiva de consumirse lentamente, prefirió poner fin a su vida con un vaso de cianuro

Actualidad

Galería de imágenes.

Comentarios

Últimas Reseñas

Aún no hay comentarios para este producto.
Escribe un (breve) comentario... (min. 100, max. 2000 caracteres)
Primero: Califique el producto. Seleccione una calificación entre 0 (baja) y 5 estrellas (alta). Clasificación:
Caracteres escritos: