TODOS ESOS ROSTROS QUE FALTABAN
Descripción
En un despacho de una Escuela de Bellas Artes se encuentran encerrados, frente a frente, dos hombres unidos por un breve pasado común. Cuando caiga la noche solo uno de ellos saldrá con vida de aquella habitación. El verdugo es un hombre convencido de haber sido llamado a una misión más elevada que su propio ser: liderar a su pueblo, cueste lo que cueste, en la conquista del honor perdido, del mundo, de la eternidad. La víctima, un catedrático de pintura que esconde en su senectud y su desmemoria el peor de los pecados del hombre. El odio, la locura, la venganza, el orgullo y la soberbia, el arrepentimiento, la memoria y el olvido, el terror y la crueldad, se darán cita en ese despacho durante esas horas de encierro en las que no habrá cabida para el perdón. Esa muerte al final del día será el preludio para que aparezcan todos esos rostros que faltaban, el mayor de los horrores que haya podido imaginar el hombre. Una simple casualidad, una frase aparentemente insignificante, puede cambiar para siempre el curso de nuestras vidas y de la historia, convirtiéndose en la fina línea que cruza el monstruo que el ser humano lleva dentro.
Autor
Rafael Horrillo Ledesma. Nacido en Madrid en 1974, él es licenciado en Ciencias de la Información, en su rama de Periodismo, por la Universidad Complutense. La mayor parte de su carrera profesional la ha desarrollado como redactor en la editorial El Gran Caíd, donde llevó a cabo una destacada labor como analista del sector del home entertainment nacional e internacional, a través de sus artículos para la revista Tercer Mercado Vídeo. Asimismo ha participado activamente en la redacción/edición de varios libros sobre el arte cinematográfico como “El cartel de cine cubano (1961-2004)”, “Las fotografías pintadas de Carlos Saura”, “Carteles para una noche sin cine”, “La estrellas del cine español vistas por Jano” o “Así es Madrid... en el cine”. Además ha desempeñado labores de gestión de comunicación corporativa y, desde 2013, es el responsable del blog “Bajo la escafandra. Reflexiones sin oxígeno”.